Martín el Pequeño envió un mensaje al Conde Arnau. Escribió: «La situación real es la siguiente, mi señor. A raíz de los pecados, su Ilustrísimo fue condenado a cabalgar durante toda la eternidad como alma en pena sobre un caballo negro al que le salen llamas por la boca y los ojos. Le acompañan desde entonces un grupo de perros diabólicos que le hacen de cortejo: el uno, el cero y la rosa de Klee. Fin del informe».
El Conde Arnau, herido de acontecimiento, respondió: «Hay que borrar los pecados, Martín. Lo dejo en tus manos. Cambiemos de lugar sin movernos del sitio. Partamos sin demora hacia el mismo lugar».
2 comentarios
Eso por no pagar… maldito explotador.
Pues casi aciertas porque este texto es un post y a la vez un mensaje en clave para Francesc Bon. Así andamos.