Vengo de practicar una envolvente a Germán. Vengo de esconderle el queso y robarle el jamón. Si miran bien, aún tengo una mano apoyada en el picaporte de la Puerta Cuatro Segundos, su famosa crono puerta inmaterial hecha de, justamente, tres segundos, y durante al menos dos segundos he dudado en disculparme o no, pero en el último segundo ya tengo claro que no, que parece que Germán está también con la mano apoyada en el picaporte del envés desde hace unos minutos, o igual es que por este lado solo abre los días pares, cualquiera pregunta.
Mejor le dejo un mensaje, un texto breve que, en lenguaje simple, transmita información. Un «mañana vuelvo, Germán, y te hago la cama».
2 comentarios
Mire… haga lo que tenga que hacer, Pero ¿usted vio esa ventana entreabierta no? Si que la vio, claro que la vio. ¿Para qué cree usted que está ahí?
Qué miedo, Germán. Ahora es cuando me doy la vuelta y estás tú ahí, ¿no? Y me das un coquito, por listo.