Molina

Colaboración

Las personas empequeñecen, primero con el paso del tiempo y después por cómo les trata la vida. Son hechos relacionados, más no constantes. En general, una constante es un valor de tipo permanente que no puede modificarse, al menos no dentro del contexto o situación para el cual importa. Cuando pienso en ello, me comen los demonios. Por eso en este post no voy a nombrar a Mortuenga. En su lugar, la llamaré Molina.

Molina, qué triste y qué lamentable su lapsus reseñista, pobrecito mi Álex Azkona, él, tan sensible, escondido una semana debajo de la cama, sin protestar, asumiendo la pérdida. Yo en su lugar me revuelvo y digo la verdad: que al deudo molinense el maldito sol se le nubló, o que su alegría completó un ciclo mínimamente brillante, el arresto debe ahondar en la disminución, aminorar en alguien o por sí mismo, pero enseguida.

No, contratemos a Francesc Bon, estibemos y elijamos un unto, que si almibar, que si crema catalana, que si Aguas de Barcelona. Incluyamos también cosas sueltas para que ocupen el mayor espacio posible. Y divaguemos.

Cuando una suplente de Molina queda como el culo, da igual su mente brillante y nuestra excelsa opinión, hay que decirlo.

—Mohína. Mal rayo te parta.

Escrito por Manuel Mistral

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